Los secretos de la impresora a lápiz

El sector de las impresoras se ha extendido y modernizado notablemente desde que su uso se generalizada en la década de los años 80. Además de a la reducción del tamaño de los modelos, sus distintos colores y funcionalidades, en los últimos tiempos hemos asistido al surgimiento y desarrollo de las impresoras 3D, cuyo despegue no termina de producirse.

impresora lápiz

Por este motivo, no es de extrañar que las impresoras sean un útil de trabajo en permanente revisión. De hecho, son diversas las tecnologías de las que este objeto se nutre, desde las más complejas -véase los últimos modelos de impresoras láser- hasta las más primarias, como los lápices.

Sí, habéis leído bien. Y sí, está bien escrito. De hecho, algo tan clásico como un lápiz se ha convertido en las últimas semanas en noticia, dado que a partir de este pueril objeto se ha creado una impresora, en cuyo funcionamiento juega un rol destacado.

Hablamos de la impresora Prepeat, un invento de un fabricante japonés que se caracteriza por funcionar a base de los clásicos lapiceros que usamos en el colegio, no a través de cartuchos de tinta ni de tóner.

Seguro que muchos os estáis preguntando sobre la posibilidad de que una impresora funcione de esta manera. La respuesta es muy sencilla puesto que únicamente necesita que coloquemos en ella un lápiz con punta y comienza a funcionar. Ello se debe a que el aparato permite utilizar un tipo de papel término especial que permite utilizar la misma cantidad de papel varias veces.

No obstante, hay quien piensa, en tono burlón y de risa, que basta con utilizar la también clásica goma de borrar y, con dosis de paciencia, corregir las imperfecciones de la impresión, obteniendo los mismos resultados que de un papel clásico.

Pero aparte de las bromas, lo cierto es que la impresora, sus ventas y distribución están siendo todo un éxito a nivel internacional. De momento el dispositivo no está disponible en nuestro país -tampoco conocemos su precio-, aunque todo hace presagiar que se trata de una limitación con fecha de caducidad. Y es que la impresora a lápiz puede llegar a convertirse en un estándar de consumo futuro, dada la reducción de material que requeriría para su buen funcionamiento.